¿Qué
es la inspiración? ¿Algo que llueve del cielo? ¿Un regalo de las musas?
Dejar
la ventana abierta, los ojos como platos y la boca de par en par, esperando la
dádiva celeste que, como Zeus a Dánae, te fecunde la mente de ideas, no sirve
de nada.
Sentarte
en la mesa de trabajo todos los días varias horas ya es un buen principio. Hay
que tener disciplina y ganas. Y tiempo.
Escribir
es una necesidad, pero también un hábito.
En
mi caso, la culpa la tuvo Kafka, ese inicio contundente de La Metamorfosis. Y también
muchos otros: Cervantes, Sábato, Benedetti, García Márquez…
Cuando era más joven jugaba con un amigo a memorizar inicios de obras para ver si el otro era capaz de adivinarla:
Bastará decir que soy Juan Pablo Castel, el pintor que mató a María Iribarne.
Inicio de "El túnel", de Ernesto Sábato.
Cuando era más joven jugaba con un amigo a memorizar inicios de obras para ver si el otro era capaz de adivinarla:
Bastará decir que soy Juan Pablo Castel, el pintor que mató a María Iribarne.
Inicio de "El túnel", de Ernesto Sábato.
Un
inicio redondo da pie a toda una historia que viene detrás. Tal vez, la
historia está ahí aguardando, agazapada como una fiera, como la música dormida
en el alma del arpa esperando la “mano de nieve” que toque sus cuerdas o El
David de Miguel Ángel dentro del bloque de mármol… Sólo hay que quitar la
piedra exacta que sobra, pero la obra ya está allí, latente, esperando que alguien la
saque a la luz.
Por
eso, un método que me encanta y practico a menudo es idear un principio de algo
que podría convertirse en un texto, sin saber todavía qué voy a contar. Y
de ese principio vamos sacando poco a poco una historia que se va haciendo ella
sola. A veces me da la sensación de que yo tan solo soy el escribiente, un
medio del que se vale una narración para ir haciéndose. Muchos relatos los he escrito siguiendo esa
técnica. Tiene mucho que ver con la escritura automática de los surrealistas.
Por ejemplo, sin saber muy bien por qué, se me ocurrió escribir esto:
—De todos los sitios en donde estuve, los mejores fueron los que más odié —. Lo soltó serio, lacónico, sin inmutarse, muy seguro de lo que decía, Diego, unos cuarenta años, pelo largo, barba de una semana, ojos negros y profundos...
O esto otro:
El barrio aquel al que llegué, ese triste día de invierno, no era precisamente el edén. Charcos e inmundicias poblaban buena parte de las calles. La lluvia no había logrado disolver la basura que se amontonaba en algunas zonas por la desidia de sus habitantes y la dejadez de los encargados de su recogida.
Luego, como de la madeja va saliendo el hilo, voy tirando y va asomando poco a poco una historia detrás.
Este método me ha venido muy bien sobre todo si lo combino con una buena dosis de lectura diaria. Recomiendo siempre ir a los grandes, a los que han marcado un hito en la historia de la literatura: Kafka, Sartre, Woolf, Bukowski, Steinbeck, Joyce, Camus, Borges, Cortázar… La lectura de una buena obra siempre deja en el aire ideas, palabras -dichas o no-, sugerencias, lecturas ocultas que pueden dar pie a otras situaciones, a otras historias…
Por ejemplo, sin saber muy bien por qué, se me ocurrió escribir esto:
—De todos los sitios en donde estuve, los mejores fueron los que más odié —. Lo soltó serio, lacónico, sin inmutarse, muy seguro de lo que decía, Diego, unos cuarenta años, pelo largo, barba de una semana, ojos negros y profundos...
O esto otro:
El barrio aquel al que llegué, ese triste día de invierno, no era precisamente el edén. Charcos e inmundicias poblaban buena parte de las calles. La lluvia no había logrado disolver la basura que se amontonaba en algunas zonas por la desidia de sus habitantes y la dejadez de los encargados de su recogida.
Luego, como de la madeja va saliendo el hilo, voy tirando y va asomando poco a poco una historia detrás.
Este método me ha venido muy bien sobre todo si lo combino con una buena dosis de lectura diaria. Recomiendo siempre ir a los grandes, a los que han marcado un hito en la historia de la literatura: Kafka, Sartre, Woolf, Bukowski, Steinbeck, Joyce, Camus, Borges, Cortázar… La lectura de una buena obra siempre deja en el aire ideas, palabras -dichas o no-, sugerencias, lecturas ocultas que pueden dar pie a otras situaciones, a otras historias…
Cada escritor tiene su método, y el tuyo me parece magnífico. Desmadejar un inicio que deja mucho abierto, sin intuir la trama que le procederá. Tienes buenos referentes, pero tu sello es único.
ResponderEliminarUn saludo, Cayetano.
Otros parten de una sola palabra,la que generará luego todo el tinglado narrativo.
EliminarUn saludo, Félix.
Ah! Y no conozco a ningún genio en cualquier ámbito que practicará el pecado de la vagancia. Así es imposible...
ResponderEliminarMuy cierto. Las musas se llevan muy mal con la vagancia.
EliminarEl haber leído mucho es el campo donde caerán las semillas de todo lo que se escriba. Por eso decía Borges "que otros se jacten de las páginas que han escrito; a mi me enorgullecen las que he leído", cuando en realidad, claro que estaba orgulloso de las suyas.
ResponderEliminarCayetano, ánimo y disciplina para cuando no tengas ganas de enfrentarte al folio en blanco. Un saludo.
Así es, Carlos. No queda otra. Y ahora tengo tiempo.
EliminarUn saludo.
No hay dudas de que la inspiración llega cuando estás trabajando. Al menos es únicamente cuando es provechosa. También es cierto que un buen comienzo es el pórtico a una gran aventura y facilita que de él se vayan desgajando hilos conductores para la composición.
ResponderEliminarUn abrazo inspirado.
Una buena frase para empezar puede crear un clima motivador para el que escribe.
EliminarUn abrazo, Paco.
Excelente tu método, Cayetano. Lo tomo, gracias
ResponderEliminary hasta a veces, ni siquiera con el principio, sólo con el título como me salió tu título de la momia :-)
No puedo estar más de acuerdo contigo: La inspiración viene trabajando y leyendo a los grandes.
Besos
A mí me da buenos resultados. Y el secreto de la buena lectura está en releer mucho a los grandes.
EliminarUn abrazo, Myriam.
Creo que viene leyendo...de ahí saca uno conclusiones...me parece.
ResponderEliminarUn abrazo
En efecto. Para escribir hay que leer.
EliminarUn abrazo, Miquel.
Es un buen método. Todo consiste en algo bastante sencillo: seleccionar los buenos textos, leer y releer, recordar, volver a leer, convivir, conocer, viajar, evitar la estrechez de miras, pensar, dudar y reflexionar, formarse un criterio flexible, mirar la realidad sin limitaciones, volver a pensar, ahora sin limitaciones, tener una pequeña idea, imaginar un argumento o una estética, pensar de nuevo, recordar, y casi nada más; luego cuando ya se tiene una idea clara, poner primero el sujeto, después el verbo y al final el predicado. Nada más, así de sencillo.
ResponderEliminarLa inspiración es un concepto romántico y la falta de inspiración es una excusa de bobo o de perezoso que no quiere seguir el método.
Saludos
Cierto. La inspiración son unas cuantas horas de trabajo frente a la mesa. Lo demás son cuentos.
EliminarUn saludo, Francesc.
Cuando contemplamos una obra de arte o un paisaje hermoso el momento de la contemplación desaparece pero la sensación que nos produjo permanece en nuestra memoria. Pienso que lo mismo ocurre al leer la obra de uno de los grandes y también creo que el camino del trabajo y la disciplina en él son indispensables para obtener un resultado capaz de producirnos satisfacción.
ResponderEliminarBesos
Cierto. Lo mismo pasa con el buen cine.
EliminarUn abrazo, Ambar.
Completamente de acuerdo con Picasso. Si realmente existe, que te sorprenda trabajando.
ResponderEliminarPor otra parte, creo que cada uno tiene su propio método para arrancar la atención del lector en los primeros párrafos de un relato. Hay quien insinúa, quien seduce, quién plantea una situación límite....
Un abrazo.
Cada maestrillo tiene su librillo. Y sus trucos.
EliminarUn abrazo, Rodericus.
Definitivamente contigo. Si trabajas te inspira. Yo solo escribo para mi blog y muchas veces, mientras trabajo...
ResponderEliminarA veces, mientras estoy sentado, pensativo, viene una idea, pero que siempre ha nacido del trabajo...
Saludos Cayetano
Así es, Manuel. La inspiración es sentarse a trabajar. No hay otra. Salvo que te venga en un sueño.
EliminarUn saludo.
A mí me ocurre exactamente lo contrario a ti, Cayetano. Tengo pavor al folio el blanco. Me siento delante de la pantalla y a veces no escribo una línea. El comienzo siempre debe ser impactante, que atrape al lector y es frecuente que se haga de rogar. En esta situación mi método consiste en empezar a escribir como sea, dejando el inicio para más adelante.
ResponderEliminarSaludos
Antonio Gala también tenía pavor al folio en blanco. Utilizaba siempre como borrador papeles ya usados, como los que te manda el banco,. Tu método es el más usual. A mí también me da buenos resultados en algunos temas, si ya anda rondando por mi cabeza. Lo malo es cuando no tienes un tema concreto. O crees no tenerlo, pero anda escondiéndose por los recovecos de la mente porque es tímido y le cuesta salir.
EliminarUn saludo, Carmen.
Aunque tiene poco que ver, me has traído a la memoria el "Si una noche de invierno un viajero" de Calvino y su colección de inicios de novelas. Y en cuanto a la necesidad de disciplina, el "Mientras escribo" de Stephen King; que puede gustar más o menos como escritor pero que del "oficio de escribir" sabe como pocos.
ResponderEliminarAbrazos, Cayetano
Muy respetable el señor King, solo que tiene su público peculiar, como todos.
EliminarUn abrazo, Xibelius.
“Ves alguien caminando por una acera que pisa una hoja mojada, resbala y cae.” Si verbalizas la idea, 14 palabras y ya está transmitida. Cuánta diferencia va, de contar en forma oral una historia, a escribirla.
ResponderEliminarAhora, prueba a darle forma en la pantalla o sobre una cuartilla. Vístela.
Podrá parecer el mismo oficio, pero no. Ni mucho menos es el mismo oficio, ni el mismo esfuerzo.
Escribir es recrear la vida haciendo que el lector se introduzca en ese paisaje de tu mano, confiando en ti. Y tal como cuentas, cuántos sistemas de iniciar el camino. Feliz semana.
Y lo bien que se pasa con estas cosas. Ya es premio importante para el que escribe el mero hecho de escribir. Y eso lo sabes tú muy bien.
EliminarUn saludo, Ana.
Es cierto que con un comienzo puedes seguir tirano del hilo y construir una historia, pero también las musas te tienen que ayudar, o al menos a mí, sino me atasco y no finalizo.
ResponderEliminarUn saludo.
Las mías se toman demasiadas vacaciones. Las tengo mal enseñadas.
EliminarUn saludo.
Me ha encantado! Lo cierto es que tengo un problemilla pues me chifla escribir, me relaja. Imagina lo que me está costando no hacerlo por causas ajenas a mi placer!
ResponderEliminarCuando entro en materia las musas se atropellan en mi mente y son unas enrolladas, pesadísimas y petardas, pero si me empeño en darles caña la mayoría se cabrea y me abandonan. Estaremos chaladas?
Eso es que vienen juntas las musas mal avenidas y se ponen a discutir entre ellas y no ayudan nada.
EliminarUn saludo.
Un placer como siempre pasar a visitarte Cayetano. Tu método es buenísimo y por lo bien que escribes veo que te resulta. ¡¡Es que tienes una mente brillante!!.
ResponderEliminarAbrazos de Espíritu sin Nombre.
Cuando me quede calvo, brillará todavía más. Jejeje. Gracias, Concho por la flor.
EliminarUn abrazo.
Estoy completamente de acuerdo con tu texto Cayetano, la inspiración si tiene que venir que me pille con las manos en la masa y la cabeza despejada.
ResponderEliminarYo también leo a los grandes de la literatura, los descubrí hace un año y me estoy emborrachando con sus textos.
Un saludo
Puri
Al final, siempre acaba uno volviendo a los clásicos de toda la vida.
EliminarSaludos,Puri.
Y tanto que para inspirarse no hay como ponerse manos a la obra.
ResponderEliminarSaludos.
No hay otra. Eso o que te lo escriba un "negro".
EliminarSaludos, DLT.
Escribir es una necesidad.
ResponderEliminarComo también lo es, algunas veces, no decir nada.
Saludos,
J.
Y hay silencios la mar de elocuentes.
EliminarUn saludo, J.